Vamos a correr – Virtual #tcsnycmarathon

Del 12 de diciembre del 2019 al 6 de enero del 2020 participé en el reto virtual del Maratón Guadalupe Reyes organizado por 5krun.mx y RunTjRun en Tijuana. Me gustaba la idea de ponerme como reto salir a correr diario durante los días de este maratón simplemente como eso mismo, reto. Lo que me propuse fue hacer al menos 5k diarios (aunque el requisito eran al menos un kilómetro) y de ahí debías reportar tus corridas para que fueras merecedor de la medalla conmemorativa. Repito que aunque la medalla era muy bonita y se agradece el esfuerzo de los organizadores, mi objetivo era simplemente cumplir el reto durante esos días fríos (y helados) de invierno. Esta era mi primera participación en estas carreras virtuales, de ahí en fuera varios organizadores de carreras de todo el mundo no tuvieron de otra más que esta modalidad debido a los efectos de la pandemia y acatando las cancelaciones de eventos presenciales masivos. La mayoría de estos eventos no fueron de mi interés, ya sea por el costo o lo que se ofrecía pero más que nada lo que me parecía menos atractivo (para mí) era que por ejemplo para completar los 21k o la distancia del maratón podrías correrlo durante varios días acumulando esos kilómetros y así demostrar que cubriste la distancia. Como una estrategia de mantener activos a los corredores ante la falta de carreras presenciales, es una estupenda idea, simplemente no me atraía a mí. En los que sí participé fueron en los que organiza Rock ‘n’ Roll Marathon, ahí prácticamente desde que inició la contingencia por la pandemia cada fin de semana hay un reto de hacer carreras de 5k, 10k, medio maratón o maratón; en caminadora o corriendo fuera de casa. Y aunque tenías ese fin de semana como tiempo límite para hacer estas carreras la condición era que debían ser carreras de un solo jalón. Varias veces tuve que parar mi carrera para cubrir el requisito de algún fin de semana que tocara hacer solo 5k y ya continuar mi entrenamiento. Aquí la estrategia de la compañía Rock ‘n’ Roll Marathon es que aunque la inscripción y seguimiento de tus resultados es gratuito, la medalla, playera y otros accesorios los venden a quien se interese en ellos. Me llamó mucho la atención el esfuerzo que se hizo creando contenido, videos, artículos para motivarte a hacer las carreras, una buena estrategia de marketing, me refiero.

En esto andábamos en este 2020, año cuando me propuse hacer solo ultramaratones: UBT50k en marzo, PCT50M en mayo y Cuyamaka 100k en octubre, pero ya todos sabemos lo que ocurrió. Estuve desesperado varias semanas acatando las indicaciones en esta contingencia (quizás para muchos un tanto exagerado, pero es lo que hice) pero yo necesitaba que bombeara sangre mi corazón. Durante varias semanas hice ejercicios en tapete (¿de calistenia serían?), salto de cuerda y hasta yoga que me hicieron abrir un panorama desconocido para mí. Varios músculos y dolores que no sabía existían los conocí durante esta temporada pero yo lo que quería (y quiero) es correr. Hasta que me conseguí una caminadora con la cual pude regresar a la actividad. Gracias a ella pude cubrir la mayor parte de los retos de las carreras virtuales de Rock ‘n’ Roll Marathon y pude disfrutar de correr de nuevo.

En algún anuncio en Facebook seguramente me enteré entonces de que ante la cancelación inminente del Maratón de Nueva York, ofrecían correrlo de manera virtual. Hay varias maneras de participar con varios beneficios y costos dependiendo que objetivo busques, pero también esta versión empieza por gratis con acceso a tu tablero de resultados y la app para tu dispositivo móvil. La condición es que debes cubrir la distancia completa del Maratón (42.2 kilómetros) en una sola corrida en el día que tú quieras durante el periodo del 17 de octubre al 1 de noviembre. Simplemente para seguir el reto y tener el enfoque en algo este año fue que me inscribí, decidiéndome a hacerlo el sábado 24 de octubre y en esta fecha se fijaron mis entrenamientos. Pero de lo que quería que se tratara este escrito es sobre la experiencia en esta carrera virtual y por equis o por ye razón moví todo al primer día del reto, este pasado 17 de octubre de 2020.

Empecé el día como cualquier otro de una carrera importante, despertando antes de tiempo sin poder dormir gracias a vecinos que no conocen a Susana Distancia. Preparé mi mochila de hidratación, snacks y suplementos que necesito llevar, me bañé y me puse mi playera de mi equipo Diablillos y desayunando me entero a través de la app que ya varios en Europa han concluido su maratón. Me sonó muy bien que ya hubiera un ranking de quienes van finalizando. Me dije a mí mismo «aunque sea en el lugar 60 mil, pero ahí estaré en esos resultados hoy» y salí poco antes de las 4 de la mañana. Debía iniciar mi Garmin pero como experimento decidí también correr usando la app oficial y vaya que me sorprendí gratamente.

Iniciando

Siempre escucho música o podcasts y más cuando son largas distancias aunque para esta ocasión en particular solo quería tener un solo auricular puesto para prestar atención a mi alrededor. Pues solo iniciando me saqué de onda como empecé a oir gritos y aplausos de multitudes, era la app que conforme vas avanzando deja sonar distintos clips de audio de acuerdo a donde estés. En este inicio lo que oyes son el apoyo de los miles de asistentes (o simulándolos) están apoyando a los corredores en la salida. También un entrenador te da consejos de que vas iniciando, no te descontroles y mantén un paso confiable para no sobrelimitarte, enfócate en el objetivo y ese tipo de cosas. Y bueno, ya continué con mi música emprendiendo esta nueva carrera.

Solo mis luces

Era emocionante como cada cierta distancia regresaban estos audios diciéndote cosas sobre la experiencia del maratón de Nueva York (el que no es virtual), mencionándote «cuando cruzas este puente» o «ahí en la calle tal esquina con tal otra» y algunas veces mencionando vivencias personales de quien estaba contando la anécdota. De vez en cuando regresaba el coach y mencionaba cosas del tipo «¿cómo sigues? llevas la mitad, pero vas bien». Fue curioso como tuve un par de coincidencias con estos audios: Cuando llegué al medio maratón mencionaron a quienes se congregan en la calle para aplaudir y apoyar a los corredores y en ese momento un trailer tocó su claxon en señal de apoyo, ya sabes, el clásico Tu-tu tu-tu-tú que ya no solo es exclusivo de la Selección Mexicana de futbol. En otra ocasión mencionaron la batucada de apoyo en el Bronx y en mis audífonos empezó a sonar la bataca de Lars en ‘Hardwired’ casi al mismo ritmo.

La app no está como para estarla viendo todo el tiempo (o corres o ves la app), pero sí resultaba muy interesante ver tu pasar por la ciudad cruzando los 5 barrios emblemáticos. Yo sí lo voltié a ver varias veces más que lo que estoy acostumbrado en una carrera y es que con este tipo de acompañamientos sí se prestaba a querer ver más, inspirarte más. Por ejemplo cuando mencionaron que ya estábamos entrando a Central Park sí era para checar en el mapa como entras a ese mítico parque, aunque en la realidad real solo estabas cruzando el semáforo apurándote a que un camión no termine echándote humo en tu cara. Imposible no emocionarte cuando te echan porras diciéndote que faltan solo 100 metros para la meta y el audio es de miles de personas apoyando.

Kilómetro 33

Todo esto es un sumario de porque el TCS New York City Marathon ha sido mi mejor experiencia en cuanto a carreras virtuales. Se agradece cuando organizadores dan aún un paso más en cuanto a este tipo de esfuerzos para hacer mejores vivencias para los corredores. Claro que mucho tiene que ver la diferencia de recursos entre los países, pero saber usarlos bien ofreciendo este tipo de calidad no hace más que querer buscar aún más experiencias de este nivel.

Vamos a correr – #ubt80k2019

– Smashing Pumpkins, Nirvana, Alice in Chains, no manches éstas son mis rolas ¿pues qué estación es?

– Ehm, 91X, ¿sí la haz oido? la de San Diego

Y mi mente me llevó a esa radiograbadora gris que usaba en mi adolescencia para escuchar «mis rolas», 20 años después seguían programando estas mismas canciones en la misma estación. Íbamos en el jeep que nos regresaba al Rancho Casián desde la Meseta a los que habíamos abandonado el UBT en esa primera edición del 30 de marzo de 2014. El mismo conductor de ese jeep me ofreció ahora 5 años después una hamburguesa en el checkpoint del kilómetro 50.

El Ultramaratón Baja Trail es para mí el evento de trail más esperado para mí por decenas de razones. Para empezar es organizado por corredores de montaña entusiastas, y apoyado por voluntarios igual de entusiasmados de dedicar su día libre para que los corredores disfruten de su carrera y no falte nada para lograr su objetivo.

Foto por Sergio Schmidt

Ya eran las 4:30 de la mañana y estaba Leslie en friega acomodando mesas, sillas y dejando todo listo para el inicio. En punto de las 5 de la mañana Rosario y Saúl ya estaban haciendo el check in y se les miraba de buen humor, brindando los mejores ánimos y resolviendo dudas de los corredores en inglés y en español. Yadira, Rogelio y más estaban recibiendo los drop bags y maletas para el guardarropa. Antonio y Germán preparaban el micrófono para dar las instrucciones finales antes de iniciar. Y ahí vamos a la salida.

Pasando un poco después de las 6 aún de noche damos inicio con los aplausos y vivas de cientos de familiares y amigos que rodeaban las vallas que nos encaminaban a la ruta. No consideré necesario encender la lámpara pues con el contingente de corredores había buena iluminación. En la desviación donde el camino ancho nos lleva a los primeros cerritos ya estaba Arelí animando a todos cuando no había rastro siquiera de los primeros rayos del sol. Aún platicaba con Mayo entusiasmado, convencido solo de una cosa: terminar este reto de 80 kilómetros a como diera lugar.

Yo iba bastante cómodo, yendo a mi paso sin apresurarme ni presionarme. Estos senderos son bastante corribles y disfrutables así que solo me dedicaba a eso. Los estragos de las enfermedades de las últimas semanas empezaron a hacer acto de presencia con esta mañana fresca pero no tenía mayor problema antes de llegar al primer checkpoint del kilómetro 6. Con mucho ánimo nos recibieron y solo necesitaba una papa cocida bañada en sal que digerí en un segundo y ya estábamos de nuevo en ruta. Hacíamos cálculos y nos dimos cuenta que prácticamente éramos el grupo de retaguardia, tan solo un americano veíamos más atrás de nosotros. No hay problema, seguimos a nuestro paso descendiendo estas cordilleras fabulosas ahora sí con el sol iluminándonos mejor. Allá abajo nos sorprendimos en el kilómetro 10 aproximadamente cruzando el riachuelo rebasándonos a toda velocidad Ricardo Mejía e Iván Santana quienes iniciaron su carrera de 50 kilómetros media hora después de nosotros. Ahora la sorpresa de la ruta eran «Las Zapatillas» donde nos encaminaron a un cerrito por veredas «offtrail» también muy bonito que ahora después de las lluvias de las últimas semanas lucían verdes resplandecientes. Ya más cerca se miraba la Meseta y nos adentramos en lo que hasta hace algunos años era prácticamente un bosque antes del incendio mientras dejábamos pasar a quienes venían con mejor ritmo que nosotros. Seguimos ascendiendo hasta llegar al segundo checkpoint del kilómetro 13 donde tomé más agua y me desayuné como 3 trozos de sándwich de jamón que me supieron deliciosos. Me animaba con mis amigos Pau, Edson, Ricardo e Ingrid que como siempre nos dieron ánimos todo el tiempo que nos topamos. Ya para salir fue imposible perder oportunidad de saludar a Sergio para salir bien en la foto de Action Shot TJ pero había que subir la Meseta. Ahí empezando la cuesta también saludamos a Manuel Ayala que nos tomaba también foto para el recuerdo.

Aunque ya estaba calientito por la luz del sol no quería quitarme la chamarra aún pues sabía que el viento allá arriba me sacaría de quicio y así fue. A medio bajar de la Meseta ya con el sol encima decidí que era el momento de «cambiarme» y me aparté de la ruta para no estorbar a nadie y sin saber nada solo sentí cientos de agujas en mis piernas. Salté hasta que logré treparme en unas piedras pero no tenía idea que era hiedra lo que alcancé a sentir. Traté de tallarme con los plásticos que cargaba por si me hacía algún tipo de efecto peor pero afortunadamente no pasó a mayores. Regresé a la ruta ya ataviado con mi gorra y lentes oscuros con mi chamarra ajustada a mi mochila para dejarla secar y ya veía el tercer checkpoint del kilómetro 16 y medio, el de los Wanna’s.

Coloqué mi brazo para que me pusieran mi segunda pulsera con la que había de comprobar que pasé por este punto y me dí cuenta aterrorizado que no tenía la primer pulsera amarilla que nos dieron en el check in antes de salir. Preocupado le conté a Zuluz de la situación e inmediatamente dió aviso y pude notar que le respondieron por radio de varias estaciones «de acuerdo, Gabriel Flores perdió la pulsera amarilla» y no cabía de la pena. Aproveché para llenar de agua la mochila, comer un poco más de papas y así continué el camino esperando no hubiera más repercusiones de mi descuido. Lo que seguía para mí era lo más pesado de la ruta, no tanto «la matona» sino llegar a ella que son como 4 kilómetros de caminos un tanto técnicos y tediosos a la vez. Allá abajo teniendo de frente esa imponente subida vimos pasar ya de regreso a Adán, nos gritaba preocupado que si llegáramos a ver una pulsera negra antes de la subida se la guardáramos. «Bueno, al menos no fuí el único» pensé para mí. Ahora, imagínate una colina empinada, de terreno lodoso ahora seco, estamos hablando de un grado de pendiente de 38.5% prácticamente de agarrarte con todo y uñas para subir. Pero en esta ocasión tenía unos bastones de montañista que me regaló Claudia años atrás y que ahora sí que aproveché. El detalle es que con ellos distribuyes el esfuerzo necesario para subir con los brazos y así no le das tanta batalla solo a las piernas. Por eso, esta subida la subí sin problemas, claro que me costó pero ya sabiendo a que me enfrentaba y con la ayuda de los «poles» fue más sobrellevadero.

Lo que seguía eran ahora los zig zag pero bueno, ya lo esperaba y no me fue tan mal tratando de salir de ellos. Mientras tanto ya varios corredores venían de regreso y nos dábamos ánimos mutuamente pero ya, por fin llegaba al checkpoint de la base del Cerro del Coronel con Marix ya en el kilómetro 25. Desde que incluyeron en la ruta este cerro me acostumbré a allá arriba en la punta tomarme un medio litro de suero. En esta ocasión me traje la botella vacía para aquí llenarle el agua y subir ahorrándome así la carga extra de líquido durante el camino. Ahora sí, había que subir y la línea de conga se miraba muy divertida para llegar a la cima. Es tan solo un kilómetro si acaso, pero tardas en llegar como media hora por lo complicado del trayecto. Igual daba y recibía ánimos hasta que por fin llegué a las rocas que definen la punta del Coronel. Ahí me tomé un momento para simplemente admirar el paisaje mientras comía el delicioso pan lemba (así le llamo yo, aunque era un Cliff bar) que me regaló Alejandra antes de iniciar. Me tomé mi suero tranquilamente y hasta selfie con Grace tuve chance. Pero ya, la meditación tenía que terminar pues había de continuar la carrera. Camino abajo cuidándonos de no caer platicaba con una americana que me decía que no esperaba que fuera tan complicada la ruta, que le gustó muchísimo pero sí estaba teniendo ratos muy pesados. Regresamos al checkpoint y ahí por alguna extraña razón estuve tome y tome Ginger Ale que me supo muy sabroso. Ya era necesario un baño con agua helada usando la esponja y allá vamos de regreso.

Foto por Rouss Calderón

Por lo menos ahora era de bajada y pude trotar un poco más. Por las personas que nos pasaban o que apenas iban al Coronel pude deducir que seguía siendo de los últimos de mi ruta de 80k. No es problema, sigo con muy buen tiempo (una hora de ventaja con respecto a la hora de corte) y me siento bastante bien. En el arroyo en la parte más baja (y de hecho en cualquier corriente de agua que me encontrara) aproveché para mojarme las piernas y así refrescarme un poco más. Pero todavía faltaban como 4 kilómetros colina arriba para llegar al checkpoint. Ahí iba a mi paso cuando de la nada me rebasa Erica que estaba muy contenta de hacer 50k en la Baja, aún cuando hacía pocas semanas había hecho otro ultra de 50 kilómetros en Los Angeles. Así fue este trayecto, algunas veces rebasando y otras me pasaban pero eso sí, con bastante fuerza todavía para llegar. Hasta que por fin, en la base de la Meseta llegué al Bosque Wanna’s del kilómetro 36 en la ruta.

Estaba Magally apoyando a los corredores, me explicó que tuvo problemas al bajar de la meseta que le impidieron continuar entonces para aprovechar el tiempo se dedicó de voluntaria en lo que llegaba la hora de regresar. Le agradecí el esfuerzo y después de cargar más agua me tomé agua y soda que me acercó Araceli pero ya tenía que emprender el camino de vuelta. Ahora el camino estaba más soleado, ni modo, pero seguía con buen ánimo. Hasta llegar a la cuerda. Es una pendiente relativamente corta (no creo que más de 100 metros) pero es tan vertical que los organizadores colocaron una cuerda para auxiliarnos en el descenso (y ascenso). Ya habían explicado que no era para escalarla con la cuerda sino para no perder el equilibrio, aunque a mí la verdad nunca me ha gustado usarla. Prefiero usar mis pies y manos sabiendo exactamente de que me estoy agarrando para evitar una caída. Y bueno, ya abajo continuaba un trail bastante bonito donde las copas de los árboles cubrían del sol en un terreno verde bordeando el río que desciende de la montaña. Después todavía faltaban algunos kilómetros en subida para llegar al checkpoint de la Rumorosita y ahora nos encontrábamos con los corredores de la carrera de 30k. Algunos con mucha fuerza y otros no tanto, pero no dejábamos de darnos ánimos. Ya llegando al punto de abastecimiento del kilómetro 44 me estiré para descansar un poco y yo ya quería llegar. Me sorprendí de que Germán también ya venía conmigo a la meta. Yo ya sabía que es corredor pero ahora era distinto cargando 4 kilos de equipo fotográfico en su mochila. Pues aún así se escapaba a ratos y me alcanzaba a tomar fotos adelante de mí. Toda esta parte de la ruta para mí es ya darme cuenta que estoy a punto de llegar, así que tenía mucho mejor ánimo. Y mucho más cuando a menos de un kilómetro para llegar me encuentro con Rose ofreciéndome una Ultra que acepté gustoso.

Por fin llegando a la meta con mucha gente apoyando y aplaudiendo a quienes terminaban llegué al checkpoint del kilómetro 50, unos metros antes del arco de llegada. Ahí me recibieron Saúl y Rosario quienes decidieron quedarse a apoyar aún casi 11 horas después de su arribo al Rancho Casián. Me sentaron en una silla al lado y me sentí como rey: Ilse y María me masajeaban una pierna cada una, Arrona me acercó un bote de cerveza que me terminé de un trago, Germán me acercó agua y soda, mi prima Edith me dió chocolates y wipes para el camino y además Omar, aquel que hacía 5 años me transportaba de regreso en el bus de los DNF, ahora me ofrecía una hamburguesa. Era increíble el nivel de atención, pero estaba más enfocado en regresar a la ruta pues en mi mente sentía que si me quedaba cómodamente me iba a querer quedar y no salir. Me despido agradeciendo a todo mundo, y ahí voy.

Es distinto el camino ahora con el sol arriba de tí quemándote pero también por toda la gente dándonte ánimos ahora en la segunda vuelta. Ahí justo en la última subida para quienes ya van a la meta me topo con un chica que parecía estar desesperada por terminar y que tuvo que tomarse un momento para descansar. Le dije «te voy a contar un secreto, aquí saliendo de esta colinita ya solo es bajada y llegas en menos de un kilómetro» y le cambió la cara, se animó y le siguió. Yo apenas iba pero eso me hizo animarme más. Mi meta era terminar este reto y así estaba lográndolo tratando de tener la mejor actitud. Llegando a la Rumorosita de nuevo ya en el kilómetro 56 comí muchas papas fritas, necesitaba sal en el sistema y volví a tomar Ginger Ale. Cada que llegaba a cualquier checkpoint preguntaba por mis amigos y me dijeron que Mayo hacía menos de diez minutos que había salido.

No se trataba de alcanzarlo, toda la carrera estuvimos como quien dice acompañándonos aunque tuviéramos 1 o 2 kilómetros de separación, pero me daba gusto que él y mis amigos continuaban muy bien la carrera. Ahora seguía continuar por las veredas en los picos de los cerros cuesta abajo hasta llegar al «ahorcado». A estas alturas corríamos juntos Arévalo y yo que ya no soportábamos las plantas de los pies. Me sentía sorprendentemente bien con la respuesta de los músculos de las piernas (y brazos) pero lo que sí estaba causando mella era el impacto de los pies en estos terrenos. Ya llegando de nuevo a la subida con la cuerda mis bastones simplemente no eran para esto. Lo que tuve que hacer fue aventarlos para arriba y ya yo subir escalando esas piedras en vertical. Llegaba a los bastones y otra vez aventarlos unos metros más arriba para continuar subiendo. Así por fin llegaba de nuevo al punto del bosque Wanna’s, ahora en el kilómetro 63. Ahora tenían carne recién asada y con todo el gusto me fuí comiendo un pedazo. Esta era la última vez que los miraba así que me despedí agradeciendo su tiempo y disposición de ayudar.

Subiendo la Meseta (ahora por la cara este) tuve que dedicarle un tiempo a buscar mi pulsera amarilla donde horas antes que me había cambiado la perdí. Y pues no, no la encontré, quizás porque ahora no me metí de lleno a la hiedra pero no tenía ningún interés en volver a sentir esos aguijones punsándome las piernas. Aproveché la interrupción para ponerme de nuevo la chamarra pues ya sentía más fuerte el viento fresco y no quería que me agarrara desprevenido el frío en la obscuridad. Yo le había dicho a Arévalo que ya en el siguiente checkpoint ahora sí tendríamos que ponernos las lámparas en la cabeza y allá arriba solo mirábamos el sol ocultándose en el horizonte del Pacífico. Por fin estábamos descendiendo y miraba abajo (muy abajo) el penúltimo checkpoint. Esto me daba más ánimos pues ya quería tener comida caliente que estaba seguro tendría Ingrid ahí, y felizmente sí estaba. Llegando por fin al punto del kilómetro 67 lo primero que Ingrid me acercó fue un vaso de sopa caliente. Pau me atendía de maravilla llenando mi botella de suero, Ricardo me cubría con una manta y todos tenían algo para mí listo. Entonces al son de «mientras más pronto me vaya, más pronto llego» me despedí de mis amigos y continué la ruta. Ahora sí con la lámpara encendida.

Yo solo miraba los estrovos y luces de un par de personas enfrente y atrás de mí a unos 2 kilómetros pero yo iba en mi carrera a mi paso, sin tanta preocupación. Recibí entonces una llamada de mi hermana que preguntaba como me estaba yendo después de notar que el seguimiento de la carrera en Endomondo se había detenido. Le contesté que me sentía fuerte y con muchos ánimos de terminar de mejor manera. Llegué a un punto en la base de la subida a la Meseta donde estaba ya listo esperando Edson a los últimos corredores para cerrar con ellos la carrera. Y es que la organización siempre tiene conocimiento y total detalle de los corredores, en todas y cada una de las ediciones de este Ultramaratón siempre ha sido así. Le agradecí su esfuerzo y continué ahora bordeando el río que lleva al complejo residencial que están construyendo en estos terrenos. Seguía una etapa de la carrera donde ya estaba mentalizado en que el ascenso sería tedioso pero la ventaja era que estaba en total obscuridad, solo miraba los reflejos de las marcas reflectivas que colocaron en la ruta conforme me acercaba a ellas. Y allá a lo lejos (bastante muy lejos) logré ver las luces del último checkpoint y me animé a seguir subiendo apoyándome en los bastontes. A lo lejos detrás de mí miraba las 3 luces de Ricardo, Jorge y Rigo apresurando el paso pero bueno, yo lo que quería era llegar ya. Y por fin llego al punto del kilómetro 74.

Ivonne me recibe con quesadillas recién hechas, prácticamente sin masticar me pasé una. Tomé rápidamente agua y no quise dejar pasar más tiempo y me lancé cuesta abajo después de un «señores, ¡muchas gracias por todo!» Esta parte de la ruta es la que menciono siempre que es más corrible y así estaba, corriendo estos últimos kilómetros. De pronto frente a mí noto unos destellos de algo moviéndose. Me detengo y era una chica preguntándome si estaba bien la ruta. Le respondo que sí iluminando con mi lámpara al vacío y haciéndole notar los reflejos de las marcas que definen la ruta. Me causó curiosidad que no tuviera su lámpara encendida aunque a decir verdad a estas alturas ya estaba la luna muy brillante y salvo para iluminar los reflectivos, en realidad no era necesaria la luz de la linterna. Así continuamos cada quien en su carrera siguiendo por los caminos que demandaban las últimas subidas. Yo tenía más ánimos, veía muy cerca la meta. Ya había apagado minutos antes los podcasts y música que llevaba pues quería escuchar todo el camino estos últimos momentos. Imaginaba de nuevo llegar a la meta y tener a mi familia recibiéndome. No sé, es algo que siempre he imaginado que me da mucho más ánimo para cerrar con fuerza. Entonces llegué al punto donde horas antes le conté a la chica que era el último kilómetro. Y me solté.

Seguí corriendo, digo, era cuesta abajo pero kilómetros atrás procuraba guardar mejor el ritmo. Al llegar al entronque con el camino ancho ahí sí no hubo manera de detenerme. Corrí iluminado por los faros de un carro que iba detrás de mí. Yo no quería dejarme y continué corriendo estos últimos metros. En la vuelta de la esquina antes de llegar al Casián me di cuenta que era una camioneta de rescate que estaba custodiándome por lo que les agradecí bastante el acompañamiento. Ya miraba la meta enfrente. Estaba todo totalmente oscuro (ya eran más de las 9 de la noche) pero la luz en la meta era clara y estaba enfrente de mí. Corro y doy el paso por el tapete para marcar la culminación de los 79.5 kilómetros de este Ultramaratón Baja Trail del 2019.

Foto de Isabel Mata

Estaban todos mis amigos. No solo Isabel, Adán, Martha, Marco y Mayo quienes terminamos la carrera sino también Magally, Edgar, Ricardo, Karina, Ingrid, Paulina y muchos más que ya habían regresado de sus puntos de abastecimiento. Saludaba a todos y no me había dado cuenta de algo. Estaba mi mamá, mi hermana y cuñado ahí para recibirme. Los abracé a todos y no podía estar más contento. Pero había más sorpresas. Además de la medallotota que avalaban completar los 80 kilómetros en tiempo y forma me dieron un tubular conmemorativo del evento. Y no solo eso, el director de la carrera, Antonio Ríos, me ofreció una sudadera de la carrera en agradecimiento por haber concluido por 5 años consecutivos este ultramaratón. Y es que después del abandono en el kilómetro 25 ese año 2014, todas las ediciones posteriores las terminé apropiadamente. Y a decir verdad, esta edición fue la que más disfruté. Cuando me he mentalizado a no tener presión alguna, todo lo demás está de sobra. La satisfacción de terminar el reto (en tiempo y forma) es el logro.

Vamos a correr – #UBT2018

IMG_4622Empezamos pocos minutos después de las 6 de la mañana. Todos traíamos las lámparas funcionando aunque ya estaba por amanecer. Nos dimos ánimos Marco, Chain y yo y nos fuimos más o menos en compañía. Solo íbamos 55 en esta distancia así que no íbamos a perdernos tanto de vista. Este primer trayecto con moderada fuerza pues ya sabía lo que nos avecinaba. En casa no recordé rellenar mi mochila pero en la salida unos corredores me dejaron ponerle un poco de un garrafón de Bonafont que llevaban, así que en el primer checkpoint en el kilómetro 6 me iba a tomar mi tiempo en lo que me llenaban bien.

te quité el vestido, te besé en la boca, pero no quisiste… darme todo una vez más

Ahí vamos bajando estos estupendos senderos, siempre pensé lo que nos costaría el regreso de la segunda vuelta, pero ahora era tiempo de aprovechar. Ya abajo, estábamos los que #SomosdeBarrio y en un descuido el Chain se fue siguiendo a otros por el camino normal para llegar a la meseta, les insistía que debíamos estar atentos a los listones y dejar de seguir la corriente a otros que «ya se saben» el camino. Por donde sí era la ruta dudamos un poco pero me adelanté para ver la ruta de regreso a 50 o 60 metros en paralelo a la ruta donde veníamos corriendo y ya seguimos con mayor seguridad. Siempre siguiendo los listones. Hacía mucho frío pero a lo lejos veo una manta negra con símbolos de diablos prehispánicos. Adelante saludo con euforia a Marthita que hacía un escándalo con la matraca y que gustosa nos daba la bienvenida. Acercándonos al checkpoint del kilómetro 13 con mi gente Diablillos saludé abrazando a todos, a Rosario, Saúl, Monse, Naraí, Ari, Karina, Edson, a todos. Expuse mi muñeca para que Yaya me colocara la primer pulsera y ya pedía mi primer shot de whisky. Estábamos tan a gusto que nos tuvo que decir Mayo que estábamos perdiendo tiempo y era hora de partir.

decídete, yo sé bien que es la primera vez

Primer subida a la Meseta, yo con mi vara alcanzaba a otros pero cuidaba no hacer esfuerzos innecesarios, todavía faltaba mucho. Prefiero este lado por donde ahora subimos la meseta porque desde la primera vez que bajé por aquí andaba perdiendo el paso y a punto de azotar. Ya arriba podía trotar y avanzar pero ese viento frío estaba fuerte. En el descenso ya se sentían gotas de lluvia y pues para eso traje el impermeable, me lo puse al menos en la cabeza para llegando con los Wanna’s ponérmelo bien. Ya estaba lloviendo, era lodo por donde estábamos tratando de avanzar. Y en la última recta estaba considerando seriamente mejor sentarme y dejarme deslizar. Llegando al checkpoint del kilómetro 18 aproveché para ponerle más agua a la mochila, comer papas fritas y Coca-Cola. Pero había que salir y decidí llevarme mi palo-bastón previendo que lo necesitaría más que nada para evitar resbalones.

IMG_4628Y para eso lo usé. Lo que seguía era camino de lodo en bajada por 4 kilómetros, y ya abajo había que subir otros 3 para llegar al checkpoint de Marix. En este cañón es donde ya estaba con la garra que se caracteriza Isa y Adán, haciendo un estupendo 50k. Ya en el puesto de Marix, preferí no detenerme tanto y solo pedí soda, había que subir el Coronel. Si en tiempos normales es extenuante la subida de kilómetro y medio, se multiplica por dos cuando el terreno está mojado. Aquí estábamos acompañándonos el Chain y yo y justo nos estábamos metiendo donde la cumbre del Coronel es consumida por las nubes y bromeamos con que estábamos introduciéndonos al Shimer espeluznante de ‘Annihilation’, y sí que era un espectáculo de otro mundo a donde nos adentramos. Animamos a los que ya descendían y nos cuidábamos de no resbalar. Allá arriba, solo éramos nosotros en medio de la nube, y solicité mi segunda pulsera, y no quise perder más tiempo para regresar. El descenso fue complicado por lo angosto de la vereda y lo resbaloso pero al menos no pasó a mayores. Ya de vuelta con Marix en lo que ya venía siendo el kilómetro 28 ahora sí me recargué con agua, soda, cerveza, y nomás no quise tequila porque pensé que me iba a cruzar (:P). Ante la recomendación de Marix de nutrirnos tomé un huevo cocido que estúpidamente pregunté como se comía (?) me dijeron «te lo pones en la boca y empiezas a masticar», así le hice no sin antes llenarlo de sal que ya me estaba haciendo falta. Pero era hora y emprendí la huida agradeciendo como siempre a todos.

como cada noche, vuelvo a acompañarte, a las nueve y media te devuelvo a tu mamá

Me alcanzó Danny en este trayecto largo y agotador, era bajada por lo que aproveché para pedirle que cargara mi mochila mientras me cambiaba. Estaba empapado y quería que se secara un poco mi sudadera ahora que salía el sol entre las nubes. Le dí los últimos ánimos porque él sí tenía mucha fuerza para continuar y me emocioné con él de la estupenda carrera que estaba haciendo.

nos quedamos solos, todos se marcharon y en mi cuarto había apenas luz en un rincón

Así amarrada mi sudadera a mi mochila continué estos largos kilómetros de subida de nuevo.

luego solo en casa mirando tu foto sueño con tu cuerpo y en silencio siento amor

Sabía que eran solo 4 pero estaban siendo extremadamente largos.

maldita mi suerte, decídete, simplemente amor, decídete

Muchos corredores me pasaban, no tenía ánimos de esforzarme siquiera.

y volemos hacia mundos lejanos, los dos de la mano, decídete

Tengo frío, estoy a duras penas avanzando, no se me quita esta jodida canción de la cabeza.

decídete, no lo dudes más, decídete, que no puedo resistir sin tenerte

foto por Mariana Delgado
foto por Mariana Delgado

¡YA! debo dejar estos pensamientos derrotistas y poner mi música para quitarme esta canción. Así que le puse Reproducir a mi playlist de Deezer y empieza No Doubt con ‘Ex-Girlfriend’ y voy más animado. Ya de nuevo con los Wanna’s en el kilómetro 36 les digo que ahí les encargo mi báculo de poder, lo voy a necesitar en la segunda vuelta. Y ahora sí con música que sí me gusta, en senderos que sí puedo correr que además son requete-bonitos, voy con un ánimo enorme. Aquí me encuentro al Mosco que va tranquilo porque ya entregó el número pero va bien. Voy bajando por la cuerda y me doy cuenta que prefiero no usarla, está empinadísimo pero no es lo mío. Ya una vez abajo vuelvo a correr en medio de árboles y rodeando el riachuelo me doy cuenta de nuevo porqué me gusta correr por las montañas. Respiro un aire puro, con el movimiento genero calor y no es tan grave el frío, mis pies tocan el suelo de tierra al correr y es de lo mejor. Estoy en mi mejor momento de ánimos y veo que vienen en su segunda vuelta los punteros de 80k, van de lo más relajados y corriendo disfrutando la carrera. En el Uno / Dos van el corredor de Tecate y el de Ensenada confirmando la estadística de que ningún Tijuanense ha ganado el UBT en sus cinco ediciones. Eso me da más ánimos con esa gallardía con el que se conducen y en la cordillera que nos llevará de nuevo al primer checkpoint voy pasando a varios corredores que van por los 30k. Sigo cuidando el paso para no sobre-esforzarme y a lo lejos veo a Edgar que sigue tomando fotos a pesar del frío y lluvia. Le pregunto por Magally y me dice que ya debió haber llegado y me dió muchísimo gusto.

foto por Sergio Shmidt
foto por Sergio Shmidt

En este punto del kilómetro 43 no quiero rellenar la mochila para no meterle más peso pero sí aprovecho para tomar soda y comer algo de papas fritas. Me retiro nuevamente agradeciendo a todos y salgo disfrutando esta parte de la ruta que desde la primera vez que la usaron hace 3 años me gustó bastante. Seguía disfrutando y al ver gente de los 80k que ya regresaba les daba ánimos. Incluso a la señora de más de 50 años que resultó llegar en 3er lugar al verme me gritó un «Gooood jooob!!» que me dió ánimos. Ahora, cuando me encontré a Marco y Chain en su segunda vuelta a un kilómetro y medio de la meta en algo que no pude evitar decirle es que si no regresaba a la segunda vuelta volvería por él. Estos pensamientos siguieron con los columpios de estos últimos metros, me imaginaba regresando a un baño de agua caliente, sin sentir frío, sin tener más dolor por el esfuerzo. Pero seguía una bajada más. TODOS dando ánimos. Corrí más y alcancé la última esquina donde estaban Trini y Lalo animando. Les agradecí y pregunté a la hermana de Santiago por él y aún no terminaba sus 50k. Ya por llegar a la meta veo al Flecha grabando con su celular y dándome ánimos, incluso corrió conmigo unos metros para alcanzarme al punto de abastecimiento y agradecí sus porras.

foto de Adhir Aguilera
foto por Adhir Aguilera

Ahí dentro no pude hablar, solo me quité la sudadera que tenía mojada, me preguntaron cómo me sentía, si quería comer algo. Graciela y Óscar se aseguraron que tuviera el checklist completo de lo obligatorio para continuar consistente en una manta térmica, impermeable, silbato, celular cargado, lámpara y baterías extras, silbato, luz estrobo roja, y adicional ya llevaba yo cápsulas de sal que me había brindado antes Mayo, además de GUs extra. Mientras pasaba todo esto, Martha me daba masajes en las piernas con el ungüento anticalambres y Arelí me alcanzó una cerveza que disfruté como si no hubiera un mañana. Así que sin pensarla mucho ni nada me aventé de nuevo a la aventura ya bien colocada mi chamarra, gorra y todo lo demás. Nuevos aplausos y ánimos por parte de los asistentes y emprendí hacia los 30 kilómetros restantes. Ahí en la vuelta alcancé a ver a Ingrid que ya venía cerrando sus 50k, estaba muy gustoso por ella llegando a la meta. Le abracé y le deseé lo mejor y continué. Seguía corriendo y en la desviación para agarrar de nuevo el cerro un señor que me había visto llegar me dice «¿cómo? ¿otra vez?» le respondo que sí, que porque estoy loco y me responde «sí que lo estás, pero ¡ánimo!»

En la ruta recordé ‘Criminal Utopia’, que en el primer capítulo trata del protagonista haciendo un ultramaratón de 100 millas. Estaba a punto de desistir y él se daba ánimos diciendo «¿ves el árbol allá enfrente? hay que llegar a él y ahí decido si abandonar.» Llegaba al árbol y desde ahí miraba otro punto como una piedra, un río o una brecha, y era su nuevo referente. Y eso mismo estaba haciendo yo. Miraba a lo lejos la salida de un cañón y me daba el empuje necesario para continuar. En el trayecto ahora sí miré a Santiago quien me ofreció sus pastillas de sal. A Adriana que aunque cansada llegaría muy bien a la meta. A muchos otros que les daba ánimos diciéndoles «ya solo falta kilómetro y medio» cuando en realidad faltaban menos.

Llegando al checkpoint en el kilómetro 54, estaba muy agotado y con mucho frío. A lo lejos miraba a Edgar que seguía tomando fotos. Estaba lloviendo. Todos estaban mojados. Unos se guarecían de la lluvia en el carro o pickup titiritando de frío al igual que yo. Me sentaron en lo que Ricardo me aplicaba unas esponjas con agua fría en las piernas. Lo veo a los ojos y los noto rojos, con la mirada cansada. Se me ocurre preguntar «¿y tú cómo estás?» Me respondió que anoche después de continuar marcando la ruta siguió cociendo papas, se acostó a dormir a la 1 de la mañana para despertar a las 2 y media para venirse para acá. Agarré la onda. Me levanté y les dije a todos en la mesa «no voy a abandonar, sería una pendejada de mi parte que todo su esfuerzo se echara a la basura por un ‘uy tengo frío’, ‘ay no me mojo’, ni madres, voy a continuar» Le pedí a Richard que avisara a los otros Diablillos que sí seguí, y me despedí de nuevo agradeciendo mucho a Jorge, Chely, Lorena, Ivonne, Ricardo y los demás que estaban ahí.

IMG_4641Y voy para abajo. Sería llegar por ruta preciosa que siempre me ha gustado pues estás corriendo por el borde de la cordillera viendo el abismo al fondo, la Meseta (ahora nublada) y una panorámica con las montañas de Cuero de Venados. Allá voy bajando hasta la base y ahora debía llegar con los Wanna’s primero pasando por la ruta «del ahorcado» por esos senderos que me gusta muchísimo correr. Llegando a la cuerda, otra vez preferí no usarla, no sé, le tengo más confianza a mis manos aferrándose de las piedras escalando que depender de una cuerda que se mueve para todos lados. Allá arriba no paraba el martirio, había más subidas pero de nuevo volvería a bajarlas para llegar al checkpoint en el kilómetro 60. Me reciben Gabriel y David con un burrito que recalentaron en las brasas. Reposo un momento en una caja de plástico que había ahí y les agradezco viendo que se quedaron a dormir en casas de campaña aguantando mucho más que uno que viene disfrutando la carrera. Ellos ya estaban esperando a los últimos corredores y me dicen que debo ser el 36 y que ya algunos habían abandonado. Les doy el último «gracias», tomo mi bastón y emprendo la subida a la Meseta por extenuantes 800 metros.

Hace frío, el sol a duras penas alumbra un poco considerando que está del otro lado de la montaña y oculto bajo las nubes. Está lloviendo y hace mucho viento en la parte alta de la meseta. Me convenzo a mí mismo de que si corro voy a generar calor para aguantar más, pero esto no sucede. Hace demasiado frío. Llego a la parte del descenso (el que no me gusta por lo empinado y empedrado) y veo a lo lejos el checkpoint, pero hay que llegar a él. Bajo con cuidado aunque sí aprovecho para dar pasos más acelerados pues ya quiero llegar. Deja de llover a medio camino y veo los últimos rayos de sol atravesar las nubes al fondo. Sigo cargando mi vara que a estas alturas definitivamente estorba y la tiro al lado del camino. Mayo ya viene hacia mí.

Es el punto del kilómetro 65. Mayo me pregunta «¿quieres que te acompañe a la meta?» y le respondo «sí» pero en mi mente grito «POR FAVOR SÍ, CORRE CONMIGO, NO ME DEJES SOLO». Karina me atiende con una exquisita sopa de lentejas que hizo Edson, le pido otro vaso que devoro con gusto. Naraí me rellena de agua la mochila, Mayo me sirve whisky, todos me atienden de maravilla. Y estamos en ruta.

Platicamos de las vivencias durante el día, después de todo él también está arriba desde antes de las 4 de la mañana. Le platico de mis dudas y recuerdo como le dije que no lo defraudaría, él me pide que repita el mantra: «TERMINAR» es la meta. Sea como sea. Ya es hora de encender las luces y que bueno que venía él preparado pues mi lamparita aunque es suficiente no daba tanta luz como la de él. A lo lejos vemos que viene Lorena y su perrita Daisy que ya están en labores de barredora. Nos acompañamos en esta parte de la ruta que no sabía que eran tan empinadas, como que siempre había tomado esta sección de bajada y no lo recordaba. Ahora sí está completamente oscuro, «pitch black», ni siquiera las luces de la ciudad se alcanzan a ver y en una de esas regresa asustada Lorena pues había vacas (4, 8, 20, quien sabe cuantas) en el camino. Solo nos desviamos un poco para no provocarlas y continuamos ascendiendo. ¿Te conté que estaba totalmente obscuro? No distinguía el camino para nada, de día pues te da una idea de referencia los cerros a los lados pero ahora mismo no se ve más que los pocos metros enfrente de tí por la luz de las lámparas. Llegamos a un punto donde Lorena nos dijo que ya llegaríamos al checkpoint pero no logro distinguir nada. Seguía lloviendo por lo que impedía la visibilidad pero por fin, a lo lejos vemos la carpa y sus luces.

foto de Isabel Mata
foto por Isabel Mata

Este punto ya era el kilómetro 72, y Ricardo nos mencionó a todos los que ya habían pasado y que solo esperaban otros 3 además de mí. Me dió un masaje que revivió mis músculos y comí lo último para aguantar los 6 kilómetros restantes. Aproveché para deshacerme de basura que había estado recogiendo y no se porqué no había tirado en los checkpoints y me despedí insistiendo en el agradecimiento una vez más y salimos. Era espectacular esta parte de la ruta, estábamos corriéndolo (a mi paso débil, pero corriendo) y yo lo estaba disfrutando ampliamente. Es bien curioso como revitalizan los mensajes de ánimo de Endomondo que recibí de Mario, Jonathan, Nacho y Nadia, además de que mi hermana me llamó. No se porqué le dije que tenía mucho sueño, quizás era de la emoción de sentir su apoyo ya en los últimos 2 o 3 kilómetros. Ya ahora sí estábamos en la última bajada y debía cuidar el paso para no caer en alguna grieta. Por fin salimos de las rejas que separan el monte del camino hacia el Rancho Casián y salimos corriendo. A un par de corredores que caminaban este tramo les dimos alcance y los rebasamos. Ahora sí venía muy contento de completar este reto. Se notaba a lo lejos el ruido y la gente y me emocioné aún más. ¿Cómo llegué a la meta? Eufórico. No podía hablar. Mostré mi muñeca para que me contaran las 7 pulseras que habalaban haber recorrido correctamente la ruta. Recibí la medalla, el MigÖ alusivo al evento y yo seguía emocionadísimo. Abracé a todos quienes estaban cerca y agradecí a Antonio, Zuluz y de Baja Trail que ví que estaban ahí.

foto de Manuel Ayala
foto por Manuel Ayala

La primer parte de la ruta me había planeado llegar en menos de 9 horas y pude hacerlo con unos veinte minutos de ventaja. Mi plan era hacer los últimos 30k en 5 horas pero ahí sí me desapegué al plan por el cansancio, el esfuerzo adicional por el lodo, además del frío y lluvia. Aún así, me supieron a gloria esos 78 kilómetros en 14 horas 50 minutos. Fue tal mi cansancio que mi corridita post carrera no la pude hacer al día siguiente, apenas podía moverme. Fue hasta el segundo día que pude trotar 5 kilómetros y ya al día siguiente amanecí con las piernas más descansadas.

No puedo dejar de agradecer el esfuerzo de Baja Trail Endurance Runners & More por hacer esta carrera. La que más espero en el año y definitivamente la que más disfruto. He participado en las 5 ediciones (aunque la primera no la terminé) y quiero seguir corriendo para disfrutarlas. Siempre tienen una nueva locura en cada edición y es de reconocer que siempre han tenido los mejores resultados con todos los que participamos. GRACIAS.

Vamos a correr – un Maratón sub 4

Mi primer maratón lo hice en el 2013, el que fuera mi mejor marca hasta ahora con 4 horas y 8 minutos.

Definir: El Plan

Estuve por años checando varios planes de entrenamiento. Los que me dictaba Endomondo simplemente no me sirvieron, no me daban la marca a pesar de seguirlos al pie de la letra o quizás yo no le ingresaba los parámetros adecuados. Hasta que Gerardo Berrelleza me compartió el plan que le sirvió a él a superar el maratón en menos de 4 horas. Consistía en entrenamientos muy dedicados, sobre todo considerando mi ritmo personal de carrera. Para esto fijamos como mi mejor 5K los 21 minutos que corrí en 2015 y así surgieron entrenamientos para todos los días de la semana exceptuando un día de descanso que fijamos en el día miércoles ¿y esto porqué? porque el jueves tocaba pista. La endemoniada pista. Muy necesarios esos cambios de ritmo y con entrenamientos progresivos logré llegar al día que me tocó sostener un ritmo de menos de 5 minutos el kilómetro durante 4000 metros (10 vueltas a la pista pues) combinado con «descansos» de 800 metros a ritmo de 6 minutos por kilómetro y repetirlo 4 veces: 4000x800x4. Los fines de semana eran de tiradas largas alternando alrededor de los 16 y 32 kilómetros, y en lo que me enfoqué yo es que la segunda mitad de estas tiradas largas fueran las decisivas pues le cambiaba el ritmo asegurando ir de 15 o 20 segundos el kilómetro más rápido que la primera mitad. Así que mi calendario lucía muy entretenido.

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Todo esto estaba enfocado para hacerlos en los meses previos al Maratón Gobernador del 2016 en Mexicali. Clima idóneo, ruta prácticamente sin elevación y con el apoyo de mi equipo pintaba para que pudiera llevarlo a cabo. Pero ya sabemos como terminó esa historia.

No es imposible: Sobrellevar el fracaso

Las dos semanas previas a ese maratón no pude seguir el entrenamiento, y el resultado ahí está: 4 horas 12 minutos, que a pesar de que sí lo disfruté y lo viví al máximo, no cumplí el objetivo trazado. No fue como para autoflagelarme ni nada por el estilo pero simplemente la espinita sub4 seguía ahí.

Así que unos días después de navidad me confirmó mi hermano que no podría correr el maratón por el que había pagado meses antes y que el boleto tendría mi nombre si así lo deseaba, y pues claro que acepté. La cita quedó para el 15 de enero en Phoenix, solo unas tres semanas adelante. Tomé el plan de entrenamiento, recorrí las últimas tres semanas y me dispuse a seguirlo.

Lo difícil: Distractores

Hay carreras de 5K donde la comunidad atlética se reúne y es imposible no darse una vuelta a saludar. También las fiestas de fin de año incluyen deliciosos platillos a los que no les puedes hacer el feo y por supuesto que se antojan esas copitas y botellas de cerveza (que sabrosa la Noche Buena de este año, por cierto). Pero pues hay un objetivo en mente.

La Fórmula: Entrenamiento + Disciplina + Concentración + Enfoque = Resultados

De todos modos se trata mucho de disciplina seguir el plan a pesar de que solo tienes disponibles las mañanas a partir de las 4 de la mañana en el invierno de montaña. Llegando el día lo que pasó fue que estaría solo en la carrera pues mi cuñado haría el medio y en este lugar es separado del maratón, y a decir verdad me gustó mucho así. La otra es que solo miré a otros 3 mexicanos en toda la carrera, no se si tenga que ver algo el próximo presidente de los EE.UU. pero eso fue lo que me tocó. Por esta separación de las rutas los corredores son menos pues estamos ahí únicamente los que vamos por el maratón y había unos 6 «corrales». Al colocarme en el número 3 me dí cuenta que ahí estaba el pacer de 4 horas así que todo tenía más sentido. De hecho dieron el balazo de salida y corrimos todos sin esperar la salida de los corrales previos. Ya durante la carrera en esa fría mañana con amenaza de lluvia recordaba mucho las palabras de Gerardo «concéntrate ahorita, festeja después.» Es que mi personalidad de estar muy alegre recibiendo el apoyo de completos desconocidos y agradeciendo no puedo reprimirla; ahí estaba dando high fives y thumbs up a todo mundo. Cantando las canciones de las bandas y corrigiendo «La Bamba» a aquel que medio la tarareaba. Diciéndoles el «thanks a lot officers» a la policía, felicitando a aquel que festejaba su cumpleaños 42 corriendo 42 kilómetros, el paquete completo pues. Pero de todos modos sentía que estaba haciendo mi carrera prácticamente solo.

611840_246267196_xlargeLa ruta es saliendo de Downtown Phoenix pasando por las colonias de comercios más antiguos de la ciudad y pasando por mucha zona residencial. Son rectas muy largas y por lo mismo no las consideraría aburridas, más bien enfocadas y al ser en medio de casas, varias familias salen a apoyar a los corredores. Después de otras rectas había una pendiente, ligera, pero pendiente al fin de unos 7 kilómetros antes de llegar a Scottsdale, y aquí todavía mantenía un ritmo constante de 5:30, y como no quería menguarlo seguí pegándole a pesar de la subida y me sentí bastante bien. Pensaba que en el retorno me iba a soltar pues me tocaría descenso y así fue. Ya era más del kilómetro 30 y podía darle 5:25 y hasta 5:20 el ritmo. Para mí los puntos clave son los kilómetros 11, 22 y 33 para darme una idea como voy y ya para el 33 iba con bastante buena actitud. Me sentía sin ningún tipo de molestia y ya empezaba a considerar que en efecto todo pintaba para ahora sí superar el PB. Pero no podía perder el enfoque: «festeja al terminar» me seguía repitiendo. Seguí con mi ritmo a menos de 5:30 sin atravancarme ni tratando nada más rápido. Ya cuando llegué al kilómetro 40 tomé la única colina «pesada» del recorrido subiendo un puente, pero lo tomé con todo el entusiasmo, determinado a continuar a la meta para terminar el maratón en la mejor forma. Conforme nos acercábamos a la meta ya estaban regresando los corredores que habían terminado y nos apoyaban. Ya en el puente sobre el río antes de llegar a Tempe, a 600 metros de la meta perdí toda serenidad y me dí el lujo de tomarme la selfie y no cabía de contento. Proseguí corriendo a la par de una chica con la que nos estuvimos echando porras todo el camino y ahora sí al dar vuelta a unos 200 metros de la meta voltié a ver el reloj y ahí no quise dejar de festejar. Crucé la meta gritando y brincando. 3 horas y 52 minutos habían transcurrido. Objetivo al fin logrado.

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Pude mantener una constancia en el ritmo

Recuperación: La carrerita post-maratón

Héctor Buelna me enseñó a dar un trote ligero después de un medio y vaya que me funcionaba. Resulta que por el esfuerzo terminas con los músculos tensos, inflamados y arremangados (como quien dice) así que con la trotatida se va reacomodando todo en su sitio poco a poco. Me acostumbré a darle un par de kilómetros después de terminar un medio maratón desde entonces. Y luego lo probé con los maratones.

Pues el día lunes después del maratón Rock N Roll de Arizona me aventé unos 5 kilómetros y medio a unos muy lentos pero satisfactorios 35 minutos. Y es que todo el día domingo después del maratón sí me sentí con una leve molestia en la rodilla, los muslos atrincherados y con las pantorrillas muy tensas. Hice la corridita temprano en la mañana y ese mismo lunes noté mejoría. Para el martes (es en serio) ya me sentía como si nada. Ni cansancio, ni la inflamación ni nada que dijera que acababa de hacer un maratón.

Objetivo cumplido: nuevos retos

Este año 2017 no digo que dejaré de ir a carreras pero la presión de hacer menos de 4 horas ya está fuera de mi mente así que puedo voltear a ver con otros ojos lo que me proponga. Y con más tranquilidad.

Disfrutaré entonces el UBT50K en marzo, buscaré enfocarme en completar el PCT50M en mayo por lo pronto, con miras a llegar en buen estado para el Tule Trail 57K en octubre y hasta ahí estaré concentrando mis esfuerzos. Si se atraviesan un par de medios o el maratón de Tijuana ya será con más calma y sin presión. Quiero más tierra y menos asfalto ahora que ya pude quitar un elemento de mi lista «de la cubeta». Al menos este año.

Vamos a Correr – 2016 Rock ‘N’ Roll Marathon San Diego

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Kilómetro 36 apenas empezaba la cuesta matadora con el letrero de que hay quienes temen las subidas, y aquellos que las deboran (o algo así), pero la verdad ya llevaba como 2 kilómetros previos muy pesados por los caminos de cemento que sí me hicieron mella en la planta de mis pies. Ni modo, mientras más pronto salga de esta subida sobre el 163 más pronto llegaré a la meta y aunque gustozo tomé la bajada ya para enfilar a la meta sí resentí en las piernas y rodillas estos últimos 5 kilómetros.

Pero antes tuve toda la semana con nervios por el calor que estuvo haciendo y que se proyectaba para este domingo 5 de junio de 2016. Afortunadamente empezaba a las 6:15 de la mañana saliendo de las inmediaciones de Balboa Park y el clima pintaba muy favorecedor con una brisa suave y el cielo nublado. Muy sabrosa la salida con los buenos deseos de los amigos que saludé y que emocionados corríamos este nuevo maratón (y algunos el medio). La primera parte era una vuelta por unas colonias alrededor de Normal Heights justo enfrente de las casas de donde ofrecían de todo y animaban a miles de corredores de todas partes. Pero en una milla que me conmovió enormemente, había retratos de soldados que no regresaron de sus tours de deber. Muy largo pero al terminar aplaudí a sus familiares y amigos que portaban la bandera de EE.UU. en su memoria. Cualquier opinión de las incursiones bélicas de ese país no regresan a esos padres, madres, hermanos, amigos que dieron la vida por él, y merecen todo el respeto. Este sentimiento me acompañó todo el maratón y sentí paz solo al terminarlo.

Mis audífonos de plano mejor los guardé después de detenerme a escuchar a una banda tributo a Black Sabbath en el Presidio Park. Con varias de estas bandas daban ganas de quedarse un rato a disfrutarlas pero había que continuar. Más adelante por fin salir de esos lagos pestilentes cercanos a Sea World fue un alivio. Por las vueltas y retornos de la ruta ahí podía saludar a amigos que apenas iban o ya venían de regreso de donde me encontraba, y me animaban más por todo lo que faltaba. Un estrecho largo por Friars (esa calle que te lleva a Qualcomm Stadium) y ya veía a mi derecha mi coco, el Highway 163. Retumbaban mis músculos por el esfuerzo hecho hasta entonces y abandoné la idea de que esta fuera la ocasión de mi sub-4, ni modo. Había que tomar por los cuernos este ascenso y después de que Víctor y Efrén me pasaron dándome ánimos me avisaban que atrás muy cerca venía Paulina. Y así miraba de vez en cuando a ver si me alcanzaba y al mirarla no dudé en gritarle el «¡hay naranjas!» Venía fuerte, enfocada y con todas las miras a terminar en buena forma este maratón, le deseé lo mejor y al mirar la dedicatoria en su espalda de este maratón solté el llanto una vez más. Por pláticas que he tenido con ella al respecto pasaron por mi mente muchas cosas que me estremecieron y traté de no decaer y continuar con paso firme.

Ya venía el último tirón de unos 4 a 5 kilómetros en bajada que resentí por el impacto y ahí sí tuve una sensación de calambres que afortunadamente no me pegaron tanto como para orillarme como otros muchos corredores que trataban de estirarse en los camellones de este freeway. Se miraban muy altos los puentes sobre nosotros con aún mucha gente apoyando y dándonos ánimos. Y es que hubo apoyo todo el recorrido, de porristas de varias escuelas, porristas de barba y panzones, gente en los patios de sus casas, en las intersecciones, en las paradas de autobús, daba gusto ver a simpatizantes de Trump los menos pero también de Hillary o Bernie aprovechar la ocasión para darnos un empujoncito más con esos gritos de apoyo.

Y bueno, ya muy tranquilamente empezaba la recta final que no fue recta. Mi Garmin me indicaba que ya había concluido mi maratón pero seguía pasando por las calles dando vueltas por el centro de San Diego. Por fin a lo lejos miraba la meta y mi tercera conmosión ocurría, estaba agradecido de tener fuerzas para hacer estos retos y pedía poder continuar por más años adelante. Mi mal pisada, mi preparación no muy óptima me cobraban factura por este tipo de esfuerzo pero ahí estaba, terminando un maratón más. Y pasando la meta, la interminable peregrinación para la rehidratación, abastecimientos y por lo que yo iba: la chamarra de Marathon Finisher.

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Foto de Isabel Mata

Foto de Edgar Armenta

Vamos a correr – Mi #ubt50k 2016 descrito

Rutas sorpresa

Foto de Viviana Garay
Foto de Viviana Garay

Sabíamos que entraríamos a una zona boscosa pero no sabíamos que estaría lleno de árboles, verde vegetación (cactus picantes), bordeando un arroyo y ante la mirada magestuosa de unas formaciones rocosas que me las imagino con agua en forma de cascada. Y esto apenas ni llegando al kilómetro 5. La mayor sorpresa fue al subir a los senderos que conducen a la Meseta fuera del curso tradicional y subir cerca de un kilómetro por subidas extremas antes de llegar al segundo puesto de abastecimiento. Todo esto aumentó el nivel del reto pero con las vistas espectaculares se compensa. Aún mejor cuando de regreso a pesar de tener que subir unos 200 metros quedaba la idea de que al menos recorreríamos los últimos 2 kilómetros y medio en prácticamente puras bajadas en medio de senderos que se dedicaron a limpiar semanas antes.
Panorámica
Y es que la vista con la neblina debajo de nosotros fue inmejorable, las montañas de Cuero de Venados siempre es de la mejor escenografía en cualquier carrera, pero ahora ese plus lo hacía aún mejor. Ni hablar en la cumbre del Coronel con la playa de Popotla de fondo.

 

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Por allá está la meseta

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Compañerismo
Invariablemente persona con quien te topabas aunque fuera la primera vez que lo mirabas te daba ánimos y respondía a los tuyos, siempre había chance de apoyar con darle la mano a quien estuviera a punto de caer en los ascensos o avisarnos de lo que estaba por llegar. De cualquier edad, género o nacionalidad se sentía ese apoyo.
Baja Trail Runners & More

Foto de Viviana Garay
Foto de Viviana Garay

No puede haber mejor grupo de corredores que organicen este tipo de eventos, no solo prestan especial atención a que todos estemos muy cuidadosamente atentidos sino que dan ese extra coordinando voluntarios, patrocinadores y hasta dar esos ánimos tan especiales como las hadas del bosque o los payasos de rodeo que siempre sacaron más de una sonrisa. Aclaro, esto no tiene que ver solo con las más de 16 horas que le invirtieron enfocados durante la carrera, sino los meses de preparación previos. Mil y una veces agradecido con todos los que lograron una vez más llevar a la región un evento de este nivel a la altura de cualquier otro en el mundo y mucho más.

 
Los amigos

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Foto de Karina Rodríguez

Durante el recorrido no pude haber tenido mejor compañía, esos últimos 25 kilómetros los disfruté como nunca he disfrutado una carrera. Pero también vuelvo a ver imágenes o videos del esfuerzo vertido en este ultra por la gente con quien entrenas cada semana y me da una emoción enorme. El grito de guerra de nuestro club «¡HAY NARANJAS!» se dejaba escuchar entre las montañas, cañadas y bosques y nos respondíamos. Ante el desafortunado tropezón con el que le rompí un hiking pole a Santiago él solo decía que no había problema. El corredor que se torció el tobillo y ahí lo apoyaron otros cinco hasta que pudiera levantarse y continuar. Las pastillas de sal, los geles, los chocolates que te ofrecían a lo largo del camino y otras muestras afecto son de apreciarse y agradecer. Además, con las porras llenas de júbilo, los aplausos y ánimos de los amigos que miras en todas las carreras es de lo más gratificante en esos momentos que estás a punto de concluir tu reto. Pero esa es solo una parte, ver llegar a tus amigos cumpliendo su reto y darles esos últimos aplausos antes de que lleguen a la meta es para encender aún más los ánimos que ya tienes al tope.

Foto de Germán Rodríguez para Yo También Corro en Tijuana
Foto de Germán Rodríguez para Yo También Corro en Tijuana

Vencer tu reto
Primer UBT abandoné en el K28 por calambres, el segundo UBT con muchos calambres también pero terminé muy satisfecho con 10 horas y 9 minutos. Esta vez iba llegando y al darme cuenta que haría aproximadamente 8 horas y 8 minutos me emocioné mucho más pues llegué a la meta en muy buenas condiciones y disfrutando cada uno de los kilómetros corridos.

 

La suprema alegría aquí claramente es palpable en este video de Monse Sánchez, no solo era la emoción de la mejora en los tiempos sino ver a todos estos amigos recibiéndote ¡lo mejor!

Vamos a correr – Lo que pienso durante un maratón

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Estos pensamientos me asaltaron durante el Rock ‘n’ Roll en Las Vegas del 15 de noviembre de 2015, los números corresponden a los marcados aquí arriba entre kilómetros recorridos.

1 Todo mundo me está rebasando ¡TODOS! quizás no fue tan buena idea adelantar mi corral de salida
2 Psst ¿son escupitajos? ¿es mi sudor? ¿no me digas que está lloviendo?
3 ¡Por fin los port-a-potty! al menos puedo cubrirme un poco de este viento tormentoso maldito
4 No, esto definitivamente es lluvia, ah caray, por como brilla el agua en los reflectores está arreciando
5 «Bitch better have my money!» Hora de cubrirme completo con el Buff ¡pinche frío!
6 Hey ¿porqué no me habrá saludado? digo, nos conocemos ¿qué no?
7 Al rato nos vemos Marco, nada más que voy a tener que pasar la invitación a la cheve, ¡tengo mucho frío!
8 Esas mexicanas que me gritan «¡vamos Berrendo!» están a punto de alcanzarme, vienen fuerte, Zuluz aunque detrás de ellas continúa firme, muy bien
9 Aquí está Adán ya, me le voy a pegar a ver si mejoro el ritmo ahorita que ya estoy empezando a rebasar gente
10 No pues ya no miré a Héctor, se acabaron las idas y vueltas de este black hole, psst ¿dónde quedaron mis carnales?
11 ¿Cuándo terminarán las vueltas a estas colonias? ¡Pinche frío!
12 Ya me imagino al promotor «mira, les ponemos las bocinas a todo lo que da, ¡se van a sentir como en el antro! brillante idea, no’mbre, ¿qué se van a andar molestando por el alto volumen?»
13 No manches ¿hasta allá está el Stratosphere?
14 Jeje, que bueno que me encontré a Carlos de Tecate Running, ninguno quiere dejar ir al otro, necesitaba este empujón
15 ¿Que no era la meta en el Treasure Island?

Vamos a correr – En la lluvia

Tú me conoces, el frío helado de invierno, lluvia, a veces sol quemador no me impide salir a correr. Lo que sí te puedo confesar no me gusta es el viento, no tanto por los efectos que en la velocidad produce sino por el polvaderón. No te deja respirar, te incomoda, es molesto. Pero si es en medio de la lluvia, es otra cosa.

En el Medio Maratón Rosarito Puerto Nuevo de este 2015 todos los pronósticos indicaban lluvia incesante desde las 5 de la mañana hasta avanzada la tarde. La espectativa de correr bajo lluvia esta distancia la verdad me emocionaba pues aunque varias veces lo había hecho en entrenamientos, nunca en competencia con otros corredores y no era lo mismo que aquella carrera Sports Fan donde solo acababa de llover y el piso estaba mojado. Ahora la promesa era lluvia.

Guareciéndonos
Guareciéndonos

Desde poco antes de las 7 que llegamos no paraba de llover, y esto me emocionaba más. Al ir en el carro notando a los voluntarios ya instalados en los puntos de abastecimiento soportando el fresco guareciéndose del agua bajo las carpas me animaba y aseguraba una buena organización en este medio maratón que ya es tradición en la región pues ya es la decimo primer edición este año. Y ahí estábamos varios bajo los medios techos de un Burger King esperando a que avanzara la hora de irnos a la línea de salida o que bajara la intensidad de la lluvia, lo que ocurriera primero. Ya en la línea de salida con los ánimos incansables de Raymundo Ricardez daban más nervios y emociones, pero no había más lluvia. Y así empezamos, varios nos dijimos que íbamos a un paso bastante conservador ese primer kilómetro, pero bueno, servía para platicarnos, animarnos, tomarnos las selfies y gritar como locos.

Club Berrendo muy animados (foto de Isabel Mata)

Pero no había lluvia. Por lo mismo de la lluvia proyectada, no quise batallar con mis audífonos y el ziploc en el que envolví el celular y por primera vez en un medio maratón no me acompañaron mis playlists. Y se sintieron bastante rápidos los puntos de abastecimiento, quizás por esto. Cuando menos lo pensaba ya llegaba al km. 9, km. 12, km. 15 donde encontré a Ninfa con muy buen paso y comentándome que estos últimos 6 eran los más retadores. La verdad no lo sentí así, iba disfrutando la escena a un lado del mar que esta ruta tiene. Conversando brevemente con quien alcanzaba, agradeciendo el apoyo táctico a Verito del Club Berrendo, posando para fotos desde todos lados, agradeciendo los ánimos de varios quienes apoyaban a sus familiares y otros tantos corredores como Víctor Puma que fueron a apoyar simplemente.

Empapadas pero con mucho ánimo apoyaron
Empapadas pero con mucho ánimo apoyaron

Pero llegó por fin la lluvia. Los últimos 2 kilómetros empezaron a lloviznar y a un kilómetro de la meta ya sentimos lluvia bastante fuerte que por un momento pensé que era granizo. Ahora sí estábamos empapados completamente y yo estaba extasiado. A lo lejos miré la meta y se oía el sonido. Las chicas de la batucada SportsFan aguantaban el rigor de la lluvia torrencial pero con mucho ánimo. Los voluntarios apoyaban y aplaudían, el público con paraguas o chamarras también bajo la lluvia pero animaban a que cerraras bien este medio maratón. Después de recibir la medalla curiosamente me estaba cuidando de no pisar charcos mientras seguía lloviendo, pero en fin.

Lo que me sirvió:
– Prepararse. Con plásticos para cubrir cartera, llaves, celular lo que sea que no quieras que se moje. También en el guardarropa dejé una chamarra, fue lo que me puse al terminar después de quitarme la camiseta empapada y evitar así una neumonía.
– Asimilarlo. Va a llover ¿ya qué? mejor disfrutarlo.
– Cambio de ropa seco. Lieutenant Dan tiene razón, un par de calcetines secos hacen toda la diferencia del mundo para el traslado a casa.

Atrás, nubes amenazantes (foto de Verito Gálvez)
Atrás, nubes amenazantes (foto de Verito Gálvez)

El viento helado me pegaba de frente en los kilómetros 10 y 11 y me preocupaba me afectara con una gripe o algo peor. Entre delirios no se si leí los labios de un señor que junto a una familia estaba en la caja de un pickup avanzando lento en el tráfico provocado por nosotros corriendo, pero también aguantando ese mismo viento helado. Al parecer nos dijo «pinches locos».

Un poco de locura hay que tener.

Addendum: demasiado buena para no rescartarla de la llegada a la meta LLOVIENDO.

Foto de Isabelita Granados
Foto de Isabelita Granados

Vamos a correr- Agradeciendo a los que apoyan en las carreras

Es el Primer Maratón del Puerto de Ensenada, y a pesar de que iba prácticamente arrastrando las piernas, haciendo cálculos ya estaba por llegar al kilómetro 40 y fue impresionante como me levantó el ánimo este sujeto en ese puesto de abastecimiento. Este señor se desvivió en darme agua helada para beber, un plátano, naranja, empaparme en agua fresca y ya emprendiendo camino va corriendo conmigo a darme un vaso de jugo de naranja. No tiene idea como estoy agradecido.

Así como estoy sumamente agradecido con 3 chicas de un carro gris que me encontré como 4 o 5 veces. Se iban recorriendo conforme avanzaba el contingente de este primer maratón y a todo mundo apoyaban con todas las ganas. La última vez que las vi así se los hice saber «no saben como me sirvió este apoyo, muchas gracias».

AdobePhotoshopExpress_b3e62e4176f9434f87832aa14516ac98Una disculpa a la dependiente del Oxxo por ahí del km. 28 pues iba derramando sudor por toda la tienda cuando me metí a comprar una Coca Cola y una botella de agua. Era necesario, me acordé de que en medio de este esfuerzo esa azúcar levanta fuerte. Aunque lo que me faltó fue salinizarme (o como se diga) pues por ahí del km. 35 ya sentía un hormigueo en las palmas de las manos que me obligó (junto con lo agotado de las piernas) a tener un «receso» y caminar por algunos kilómetros.

Con Héctor Buelna pude coincidir en la cena de carbohidratos y al terminar cuando ya estaba festejando su lugar ganado en el Maratón, y siempre son conversaciones donde se aprende mucho y por ello agradezco poder comentar la experiencia después de las carreras. Me dió mucha pena con Adriana Lascano pues cuando llegué a la meta me tenía que ir corriendo a hacer el checkout al hotel y solo pude tomarme rápidamente una foto y ni chance de felicitarle por su lugar ganado y más por ser su primer maratón. Desde aquí un abrazo Adriana. Al Chain también fue de los pocos que pude saludar al terminar su maratón bastante fuerte.

Muchas familias esperabaran a sus competidores para acercarles agua helada, algún suero o fruta. La gran mayoría ofrecía a todos los corredores un poco de lo que podían, al costo de su propio bolsillo o que se les terminara y tener que regresar por más. Pero esos niños con sus cartulinas apoyando o aquellos que acercaban la hielera para que te pudieras surtir de lo que hubiera son gestos de gran humanidad que se aprecian y agradecen enormemente sobre todo en una prueba como ésta.

Los voluntarios en cada puesto de abastecimiento estuvieron muy animados y contentos de ser partícipes de este gran evento en el puerto, soportaron el calor, las quejas, los pitidos de los autos que no pueden tolerar una pequeña interrupción en sus trayectos. Los ciclistas que cada que pasaban se preocupaban y me ofrecían agua y otros más que con todo el entusiasmo gritaban «sí se puede Gabo, ¡vamos!»

No es nada fácil organizar una carrera, y menos el evento estrella de atletismo, así que esa camisa de once baras (como la llaman) no debió ser una decisión tan sencilla de tomar y se pudo lograr un buen evento, con algunas fallas que ya están observadas pero no dejando de hacer historia. A la próxima.

Gracias por la foto Adriana
Gracias por la foto Adriana

Vamos a correr – Cuando en el fracaso hay victorias

Tenía rato con esto en los borradores pero debido a la experiencia de varias amigas y amigos en el Medio Maratón de Rosarito de este domingo, supongo que es lo apropiado publicarlo ahora. No son palabras de aliento ni nada como superarlo, solo unas reflexiones.

1903009_10151944607426881_1372298289_nEn el 2014 me preparé lo mejor que pude para el primer Ultramaratón Baja Trail, pero del kilómetro 24 al 28 tuve una cantidad tal de calambres que me hizo imposible continuar y tuve que esperarme a que fueran por mí y regresar como todo un perdedor a la línea de salida y tuve que meterme al área del estacionamiento por un lado. Fue tal mi decepción que no aguanté más que un par de minutos dando ánimos a los que sí llegaron (como hago en todas las carreras) y mejor me fuí a refugiar al carro en lo que llegaban los demás.
En el 2014 mismo hice mi mejor tiempo en un medio maratón en Mexicali con 1 hora, 39 minutos y algunos segundos. Según yo me estaba preparando igual para mejorar este tiempo pero en el 2015 no lo pude hacer, y no he podido superar esta marca desde entonces.
Desde que terminé mi primer maratón, he tratado por años hacerlo en menos de 4 horas. Imaginé que en el maratón Gobernador del 2014 sería por fin la fecha en que podría cumplirla. Preparándome para la ruta y clima inigualable de Mexicali e intercambiando consejos con Gerardo de Bonita Roadrunners (que también estaba trabajando para lograrlo en esos momentos, aunque él ya lo logró a estas alturas) imaginé que ahora sí podría desquitarme en ese año. No fue así y lo terminé incluso con tiempos peores a mi marca personal.
Nunca me había sentido tan mal como la vez del fracaso del Ultra del 2014. Yo sabía que todo era enseñanza, que los errores había que corregirlos para superarse y que cada carrera es distinta por más que te hayas preparado pues hay un sin número de factores de los cuales no puedes tener control. Pero me sentía sumamente mal.
Hace muy poco me dí cuenta de algo. Yo siempre, siempre doy palabras de aliento a un corredor que hizo 40 minutos en una carrera de 5K, alentándolo a seguir adelante, que no se desanime y que podrá hacer mejores marcas en la siguiente. O cuando alguien se frusta por haber hecho 5 horas en un maratón lo felicito con total sinceridad, realmente muy contento de su logro, por más que su marca no haya sido la mejor. O cuando alguien hace 3 horas en un medio maratón yo admiro el esfuerzo de esta persona que tiene todo en contra pero valoro su atrevimiento y coraje de terminarlo sea el tiempo que sea. De hecho, yo mismo cuando llego a la meta de cualquier carrera, por más mal que me haya ido, levanto al aire los brazos y me congratulo extasiado en felicidad de haber llegado. Entonces mejor dejamos para otra ocasión estos aires de fracaso ¿no? Por simplemente haber salido corriendo al sonar el disparo de salida ya hiciste mucho más que lo que algunos no se imaginan pueden lograr si tan solo se lo propusieran.
Hace poco le comenté a Héctor Buelna por algo relacionado, palabras más, palabras menos una frase que va en el sentido de «hasta en los fracasos hay enseñanza» y esos «fracasos» nos dan herramientas para tomar medidas, prepararnos mejor.
Y hacerlo.